¿Es el mar lo que oyes dentro de mí,
sus insatisfacciones?
¿O la voz de la nada, tu locura?
Sylvia Plath
Sobre tu pecho sentí las olas que inventabas para mí. Llegué a creerte, y a pulmón bajaba de tu mano hasta mi fondo rocoso. Sin aire era más fácil anclar mi vida a tu espalda y gritar de amor. Pero emergí a destiempo en el fin del mundo. Ahora el silencio es una lápida de agua para esta muerte con ojos abiertos. Y no puedo volver: se diluye mi sangre si respiro tu nombre. Asfixia la ceguera. Hiere desear la bruma. Mata permitir la herida. Aquí en la superficie lo tengo todo, y aunque nada sirve, sé que renacer es aprender otra vez a respirar.
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