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Intermitencia

De nuevo comienza julio y lo que creí que se había desanudado sigue apretando por dentro, como si el tórax tuviera dos tallas menos y la masa del corazón se hubiera densificado, aumentado hasta el límite. Cuesta latir, vivir, bombear sangre a todas las plantas de este edificio que ya muestra grietas visibles.  *** Un viernes fueron sus manos las puertas al universo, la seguridad, un hogar imposible entre espinos, el agua transparente. Y el domingo, dolor agrio, silencio, muerte de las flores. De nuevo la corriente turbia de la incertidumbre y el vacío más absoluto detrás de unos ojos tan verdes como opacos. "No te quiero al cien por cien. No te quiero como tú. No te quiero como para que sepa que ahí estás, atónita y confusa, asistiendo a la agonía del deseo." *** Esta intermitencia del amor. Esta enfermedad dulce. Me he contagiado la boca con el roce animal de tu vientre.Esta intermitencia me hace suya y me retiene con las manos rudas que arrojan la esperanza, como un bebé mu
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El día otra vez. El precipicio.

Sé que este temor es un espejo en el que muchos reconocen su abismo propio. Sé que aunque mi voz siempre encuentre un eco terrible, un grito rebotado en el fondo seco del pozo para todos, existe el roce, las yemas de unos dedos, la caricia a tiempo.  Este temor, que es mi sombra, ha cumplido ya tres años. Sólo tres años: el tiempo suficiente para que se torne extraño todo lo conocido, todo lo que creí amar, todo lo que creí que me amaba.  *** Ciertos procesos deben ser íntimos aunque sea prácticamente imposible que sean privados. Y para defender la privacidad y procurarla por proteger la más sensible intimidad, se debe aprender a no ofrecer el dolor como carnaza al mundo, pues el mundo no es empático, ninguno de sus habitantes lo somos en realidad. Sólo es posible entender lo ajeno desde la experiencia propia similar. Así y sólo así se intuye lo que sufre otra piel. Y los procesos que deben ser íntimos, deben serlo del todo, siempre, a pesar de la soledad y el miedo terrible al abismo

Pero nunca culpable

Del frío una no se recupera nunca, pensaba. Pero no es cierto. El frío desaparece bajo el agua templada.   *** Confieso que he dejado que el miedo se abra paso y me toque. Incluso ha llegado a penetrar cada tejido, cada célula. Me ha llenado una y otra vez por dentro, y me ha dejado los días vacíos y las noches llenas de ruido. El miedo se alimenta del dolor, navega en la sangre con las fauces abiertas. Sólo el amor es capaz de asestarle un latido certero para matar al monstruo, para que no llegue a rozar siquiera la puerta del corazón. *** Es difícil respirar, a veces, a pesar de salir al aire libre y exhalar toda la vergüenza. Me dijo que dijo que dijeron que no mantengo el equilibrio.  Una mujer como yo a merced de la tormenta, sin mantener su barco a salvo, que ha salido a navegar a pesar de la advertencia de los dioses siempre equilibrado. Mujer como yo, terrenal y oceánica, imperfecta y loca. Sin equilibrio. Sin asidero. Con horror en las costillas. Con lágrimas para nadie. Una m

Alprazolam

Debajo de la lengua. Uno. Cuando sientas agitación, angustia extrema. Cuando veas el mundo tal como es al levantar las piedras de la rutina y la prisa. Un alprazolam amargo como este tiempo de certeza de que no hay un camino de vuelta a los días de antes, al amor de antes, a los besos de antes. No debía hablar con las sombras: no se les debe pedir lo que no sienten. *** En la televisión, un reportaje sobre diferentes modos en que los españoles pasaron el confinamiento. Siguen preguntando. Sigue siendo un tema para "romper el hielo", como hablar del tiempo en los ascensores. Menos mal que nadie me pregunta a mí. Menos mal.  No podrían creer que mudé la piel por completo. No podrían, ni pueden, imaginar la crisálida terrible, y la falta de aire, y el trance sobre su pecho. En la televisión, un reportaje sobre el confinamiento. Sé que no soy única en evocar un nombre concreto, una voz concreta.  En este renacer he vuelto a buscar una respuesta, una gota de amor, de amor, de amor

Mil regresos

Debe haberlos. Regresar, volver, levantarse y caminar.  Las butacas vacías a veces aturden más que una multitud a gritos.   *** Se lo dije a mi amigo ayer: me está costando despegar. Tenía cuatro motores, dos en las alas, en la derecha y en la izquierda. Dos en los ojos, en el derecho y en el izquierdo. Y a veces se atascan uno a uno, dos a la vez, tres, o los cuatro al mismo tiempo. Sé el idioma del viento porque tú me enseñaste a domar cometas imposibles: las que tienen querencia de mar. *** Desde un perfil anónimo me escriben en la red social (hay muchas, pero todas son la misma): "eres muy creída y tus libros están plagados de chorradas". Esbozo una levísima sonrisa de mentira, y me engaño a mí misma, porque sonrío como si no me importara, pero nadie me ve. No tengo que fingir. Qué cansancio esta manía de construirle presas a las lágrimas. *** Quiero escribir, pero urge vivir y deshacer la maleta, guardar todo en su lugar. El regreso. Mil regresos de lugares inciertos.  

Belle de Jour

Desconoce lo que hay bajo sus pies. No lo sabe. Pero a veces siente un leve temblor. Cambia el rumbo de la sangre, en un golpe de timón, brusco y frío, como la muerte que llega inesperadamente aunque intuida en el borde de la cama. No lo sabe. Pero a veces siente un dolor sordo, pequeño y constante, que no rompe del todo. Y cada día es un reto. Busca el faro que te guíe, amor, búscalo. Porque no lo sabes, pero bajo tus pies hay calles enterradas, ruinas de otro mundo y cadáveres de los que creyeron invencibles sus cimientos.  *** Que no es ortodoxo fluir en la corriente de las ganas, y que la culpa es mía, por ser lujuria líquida y responderte si me llamas. Pero culpable, sólo culpable. Incluso del fuego, y del aire, y del mar que me abre la cintura y se abre a ti.  Agujas invisibles atraviesan mi garganta y me inunda la vida una suerte de templanza extraña, fingido papel durante los días que vivo tan dormida como puedo, tan muerta como quisiera. Belleza y honestidad para las horas de

Valentía

Que debo ser valiente para enfrentar la realidad: soy un producto de la sobreprotección como una forma de amor mal entendida. Eso me dices en tus momentos de lucidez dulce en los que quiero instalarme para siempre y no respirar. Lucidez punzante como astilla de hierro. Durísima lucidez que prefiero siempre a tus gritos. Que tenga valentía para reconocer que todo lo que percibo está equivocado y que te mostré al mundo como si fueras el monstruo secreto que cobijo bajo la cama. Lo hice. Y abrí mi pecho y te entregué todo lo que conocía, mientras el corazón me latía en los pezones al ritmo que le marcaba tu voz. Valentía le pides a un juguete destrozado y hay trozos de plástico de muñeca vieja en mi habitación de casa de mis padres.  Fue premonitorio y se ha cumplido: desnudos frente al espejo nunca conseguí ver tu sombra. Ya no estás. Y quieres que sea valiente para morir en un abrazo que no es el tuyo.  **** He desaparecido.  Pero en el hueco que habité crecen árboles frutales, huele a