No soy frágil, colecciono agujeros. Vacíos que se expanden, en un caos abierto y sangrante. *** Un amigo me pide consejo: quiere montar una editorial. Una editorial, me dice. Y que no publicará poesía. Cierro los ojos y me sumerjo en un silencio extraño, impropio de mí. *** Los observo mientras hablan y me detengo en sus bocas. Labios, dientes, lenguas. Sorben el café con ansia. Hablan. Estoy en la reunión, impasible y profundamente sola. *** Debería ser más hacendosa. Coser botones y remendar calcetines. Saber de proporciones. Cocinar arroz cada domingo. Centrifugar el corazón. No ser un desastre: la cabeza llena de grillos, las manos donde no debo, los ojos lejos, contigo, en otras latitudes. Debería ser más ordenada y saber transmitir a mis hijos pulcritud estéril y ceguera feliz que los proteja del ruido. Pero aprendí, hace mucho tiempo que no hay que justificar el vuelo y que es bueno para el amor no contarle a nadie los sueños.
Rosario Troncoso