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Mostrando entradas de 2018

Mundo interior

Presentir la inundación, el desbordamiento del mundo interior en el que buceamos libres. Y regresar al equilibrio, en la superficie, aunque de nuevo se haya enredado mi espíritu a tus huesos, aunque de nuevo sucumba a lo que es inevitable y siempre: este hambre de ti, dolor de hambre. *** Me ha visitado la muerte esta noche. Ha besado mis labios. Su sabor áspero es tu sabor, también. *** Los cuerpos siempre vuelven a la playa. Los arroja el mar a la orilla, buscando culpables,

Después de la herida

Hay temporadas en la vida en que los días y sus noches adelantan al cuerpo propio. La sangre se acelera y descarrila. Se desbocan los latidos y no hay tiempo de llorar siquiera. Cerrar los ojos. Respirar para que vuelva el equilibrio y así ahuyentar el vértigo. Aovillarse en el regazo de la madre, y dormir hasta que vuelva el sol y la cordura. *** Temblaba. Solo intuir su sombra activaba resortes secretos. Ella no había olvidado esa sensación de absoluta consciencia de su cuerpo entero: desde el nacimiento del cabello hasta los dedos de los pies lo sentía, desde dentro. Nadie al verlos, aquellos primeros años, fue capaz de distinguir un alma de la otra. Una sola luz. Un solo dolor. Pero hizo un pacto muy sólido con la nada. Prefirió dejarse morir con esa tranquilidad de las estatuas: la pasión bajo la piedra. *** No temo que me hieran. Temo cómo seré yo, después de la herida. *** La niña me dice que sus amigos no están: han ido a un cumpleaños. Pero la niña está aquí

Consejo

No soy frágil, colecciono agujeros. Vacíos que se expanden, en un caos abierto y sangrante. *** Un amigo me pide consejo: quiere montar una editorial. Una editorial, me dice. Y que no publicará poesía. Cierro los ojos y me sumerjo en un silencio extraño, impropio de mí. *** Los observo mientras hablan y me detengo en sus bocas. Labios, dientes, lenguas. Sorben el café con ansia. Hablan. Estoy en la reunión, impasible y profundamente sola. *** Debería ser más hacendosa. Coser botones y remendar calcetines. Saber de proporciones. Cocinar arroz cada domingo. Centrifugar el corazón. No ser un desastre: la cabeza llena de grillos, las manos donde no debo, los ojos lejos, contigo, en otras latitudes. Debería ser más ordenada y saber transmitir a mis hijos pulcritud estéril y ceguera feliz que los proteja del ruido. Pero aprendí, hace mucho tiempo que no hay que justificar el vuelo y que es bueno para el amor  no contarle a nadie los sueños.

Vuelo rasante

El vuelo rasante de un avión de guerra atraviesa la madrugada. Los perros ladran a lo lejos y se ven pequeñas luces distantes, como ojos entreabiertos en lo oscuro. Como un sueño, frágil, o un aviso. Un error de maniobra mientras la lluvia sigue empapando esta tierra equivocada sobre la que somos inmortales. *** Han sido días muy complicados. Algunas líneas furtivas. Ideas peregrinas que no cuajan en nada. Todo a medias. La vida también. Y la perplejidad, siempre, como un espectro sin sombra, acecha en las comisuras de los días alegres. *** A veces un abrazo necesario. O dos cajas repletas de libros que ha traído el mensajero. La flor de la  amistad al filo de la espada.

Ingratitud

Si los ángeles fríos regresan, ella elige no hacer regalos. Muchas veces, en ocasiones marcadas, la generosidad le había arrancado trozos minúsculos de corazón y algunos milímetros de piel de lugares estratégicos, casi imperceptibles, pero que escocían al caminar. Es el recordatorio de la ingratitud. Cuando es invierno el mar no da oportunidades y se expanden sobre el vientre las cicatrices. *** Entrevistar a alguien es legitimar su nombre, su huella en el mundo. Me gusta hacer entrevistas, justo por ese motivo: marcar una conversación con la sangre de la eternidad, aunque todo sea perecedero, como nosotros. Entrevisto a personas a las que admiro, a las que quiero de algún modo o las que quiero, de alguna manera también, que formen parte de mí, de mi historia, de mi biografía. No recibo ninguna compensación económica por ello. Si así fuera, sería en vano. Aunque sea loco y descabellado, no me gusta el dinero. Y es por puro egoísmo. *** Invertir tiempo en pisar cucarachas

Disolución

Aferrado a mi sombra desde que clarea, ha aprendido a adelantarse a la ausencia. Pronuncia un nombre profundo, enraizado a lo que soy desde siempre y regreso al origen, al nacimiento de la sangre. *** Pequeñas alegrías: al mirar el calendario he comprobado que el 22 de diciembre, el día del soniquete de la lotería, cae en sábado. Me alegra no tener que trabajar ese día e ir tempranito a casa de mi padre y verlo, una vez más, en bata y zapatillas, pendiente del sorteo. Pequeñas alegrías que me sostienen, todavía. *** La perplejidad casi siempre desemboca en el dolor. Es el matiz oscuro que no tiene la sorpresa. *** He soñado de nuevo con el mar violento arrancándome a mis hijos de las manos a pocas millas de una playa indiferente y nocturna. No encontrarlos más. Y diluirme como se pierden mis pasos en los días de inconsciencia,  sin que sobren los besos, como es debido. *** Leer a los otros. Escribir para nadie.

Voz

Un nuevo lector se interesa por toda mi obra y me pide, vía Instagram , todos los datos para adquirir incluso los libros que están descatalogados. No voy a ocultar cierta inquietud, a pesar de que es alimento para mi ego, claro. Así que me encuentro en pleno proceso de búsqueda de aquellos títulos que son difíciles de encontrar con el fin de satisfacer a este repentino admirador. Espero no decepcionarle y estar a la altura de sus expectativas. Hacer balance de lo trabajado, mirar con perspectiva la obra propia siempre me causa cierto desasosiego. ´Temo no cumplir las expectativas conmigo misma. Me asusta despertar con otros cuarenta años y no haberlas colmado aún. Quién sabe. Qué tontería. *** Leo en un artículo de esos de proliferan en las redes sobre la mente, los sentimientos y los coaches del alma tan de moda, acerca de las bondades de expresar lo que en el alma se cuece. Si no expresamos voluntariamente, leo, el cuerpo se encarga de enviarnos señales y expresarse por sí mi

Andenes

Ha vuelto a suceder. Sísifo viene a visitarme algunas noches. Todos duermen, y me inquieta verlo ahí, contraído y expectante, observándome mientras me desmaquillo los ojos. Él es un ser silencioso y de costumbres. Quisiera sostenerme y elevarme en peso superando la pendiente. Nunca lo permito. Pero me he acostumbrado a su presencia. A través del espejo veo que sigue la trayectoria del disco de algodón en mi piel: ya lleva impregnado todo lo que he visto durante el día. Despojarse del rímel y de la memoria. Acto de contrición. A veces se intuye en su rostro, tan desdibujado como el mío, un esbozo de sonrisa. Suele ser ese momento, el más íntimo, el que escoge para desaparecer. ...... La existencia tiene andenes y estaciones de paso. Lo habías repetido muchas veces con la voluntad de convencerme. Esa voluntad frágil de los creyentes cuando descubren la nada. La impostura, el fingimiento. Para qué negarlo: solo tomar tu cara entre las manos calma el dolor crónico. Aferrarse a lo

Algunas novedades

En unos días os mostraré la dirección de mi página web (o el intento de que sea algo parecido a una página web), donde ordeno mi "vida" literaria, para que todo esté en un solo lugar. A ver si lo consigo. Seguiré manteniendo este blog de pensamientos. Espero que os guste.

Una huella

Si leéis este rincón, ¿podéis dejar un comentario? En las estadísticas tengo más de doscientas visualizaciones en un día, pero no sé nada de vosotros. ¿Una huella, por favor? Es para comprobar que funciona. Gracias.   

Dudo

Hay personas en las que la poesía no sirve. Solo son carne en la que rebotan los versos,  que son arrojados de vuelta, rotos y vacíos. Se cree una, y su ombligo, que todo gira alrededor de las palabras, y que éstas conectan lo que vive dentro, con lo que hay fuera. Pero existir, en esto, es caminar entre los escombros de Babel. Resignarse y callar, en el ruido. Existir en esto. Resistir, o mejor, sumergirse por completo en la ola, para alcanzar el otro lado. Y asumir que hay personas rotas, y vacías, que quizás vienen de vuelta, porque han rebotado los escombros del mundo, demasiadas veces en su carne. *** Me edita Gabriel Viñals un precioso libro dentro de su colección Poética y Peatonal, de Ejemplar Único. Soy consciente de que el título escogido recuerda a otros títulos de libros, canciones, trocitos de vida diseminados por todos los lugares posibles. Será que todo está escrito, y si es sobre la piel, todos compartimos las mismas partículas de los recuerdos volatilizados d

Talento

Los seres fronterizos están hechos de niebla. Perder la percepción de la propia imagen, el despertar sin imagen, la preexistencia del amor, que diría María Zambrano. Persiste una herida que no se ve. Pero da miedo. Si la grieta es interna y la hemorragia por dentro, la muerte pasa desapercibida. Se cuela como ladrona encapuchada a traicionarnos. Cesa el impulso. No hay Dios. *** Escribir durante todo el día, sin que ni una sola línea se materialice. Ir enhebrando las palabras precisas en el ojo de la aguja de lo real, cada vez más estrecho, cada vez más difícil. *** Una luz turbia me ha echado raíces en la boca del estómago. Atraviesa los párpados y me invade de insectos invisibles la garganta. Es el mismo nombre el que me acecha, y es solo el recuerdo de ese nombre, ese mismo nombre. El rostro diluido en la memoria, la espesa memoria. No soy selectiva con el dolor. Antes elegía dónde debías dolerme tú. Tú. Ahora solo importa que al menos duelas. Que alguien duela un poco.

Para respirar

Ha huido el tiempo demasiado pronto este curso. Encadeno perplejidades. Los lobos están bien alimentados, y esta mañana los he visto tumbados panza arriba bajo el sol. Son los mismos de siempre, y se cruzan con mi sombra en los pasillos. A veces uno concreto busca mis ojos para mirarme. Otras, solo siento su leve roce. El suave pelaje me eriza la piel. Y no es placer. Él observa mis manos llenas de aire, y tensa mis venas desde fuera del aula (el lugar donde me voy descomponiendo, imperceptiblemente). Lobos. Se rompe el equilibrio. Pero jamás una dentellada. Ni una gota de sangre. No hay asideros fuertes a los que aferrarse curso tras curso. Mientras, marco en rojo errores pequeños. Insignificancias. ... No hay dolencia más letal que la decepción. Otras veces lo afirmé. Pero no me lo creía del todo. Es poderosa la juventud, y su fuerza deslumbrante. Se pierde la perspectiva. Se desdibujan las orillas del camino. ... El mar al fondo nos intuye. El mar, al fin y al cabo. El mar