Hay personas en las que la poesía no sirve. Solo son carne en la que rebotan los versos, que son arrojados de vuelta, rotos y vacíos.
Se cree una, y su ombligo, que todo gira alrededor de las palabras, y que éstas conectan lo que vive dentro, con lo que hay fuera.
Pero existir, en esto, es caminar entre los escombros de Babel. Resignarse y callar, en el ruido.
Existir en esto. Resistir, o mejor, sumergirse por completo en la ola, para alcanzar el otro lado.
Y asumir que hay personas rotas, y vacías, que quizás vienen de vuelta, porque han rebotado los escombros del mundo, demasiadas veces en su carne.
***
Me edita Gabriel Viñals un precioso libro dentro de su colección Poética y Peatonal, de Ejemplar Único.
Soy consciente de que el título escogido recuerda a otros títulos de libros, canciones, trocitos de vida diseminados por todos los lugares posibles.
Será que todo está escrito, y si es sobre la piel, todos compartimos las mismas partículas de los recuerdos volatilizados de momentos que ya no son.
"La piel y su memoria" contiene veinticinco poemas. Solo veinticinco. Como veinticinco son los ejemplares esta plaquette, veinticinco pinturas exquisitas sobre camisetas que le dan voz a cada poema, y son solo veinticinco almas las que las tienen.
Estoy feliz, pues solo llegan besos a cambio de los versos.
Será que no lo estamos haciendo mal.
***
Sí. Dudo. Y siento necesidad de reconocimiento. Es cierto. ¿Quién no?
¿Acaso se trabaja, se escribe, se reseña, se crea para el vacío? No lo creo.
Quizás me hace vulnerable esta fragilidad que cuento entre las otras. Fragilidades. O humano aliento que tira de mis manos, a veces con tanta fuerza que lastima.
Un desaire. Un malentendido. Un silencio inoportuno. Trémulos los pasos firmes y quebrado el pedazo de tierra que me corresponde, otra vez.
Se cree una, y su ombligo, que todo gira alrededor de las palabras, y que éstas conectan lo que vive dentro, con lo que hay fuera.
Pero existir, en esto, es caminar entre los escombros de Babel. Resignarse y callar, en el ruido.
Existir en esto. Resistir, o mejor, sumergirse por completo en la ola, para alcanzar el otro lado.
Y asumir que hay personas rotas, y vacías, que quizás vienen de vuelta, porque han rebotado los escombros del mundo, demasiadas veces en su carne.
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Me edita Gabriel Viñals un precioso libro dentro de su colección Poética y Peatonal, de Ejemplar Único.
Soy consciente de que el título escogido recuerda a otros títulos de libros, canciones, trocitos de vida diseminados por todos los lugares posibles.
Será que todo está escrito, y si es sobre la piel, todos compartimos las mismas partículas de los recuerdos volatilizados de momentos que ya no son.
"La piel y su memoria" contiene veinticinco poemas. Solo veinticinco. Como veinticinco son los ejemplares esta plaquette, veinticinco pinturas exquisitas sobre camisetas que le dan voz a cada poema, y son solo veinticinco almas las que las tienen.
Estoy feliz, pues solo llegan besos a cambio de los versos.
Será que no lo estamos haciendo mal.
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Sí. Dudo. Y siento necesidad de reconocimiento. Es cierto. ¿Quién no?
¿Acaso se trabaja, se escribe, se reseña, se crea para el vacío? No lo creo.
Quizás me hace vulnerable esta fragilidad que cuento entre las otras. Fragilidades. O humano aliento que tira de mis manos, a veces con tanta fuerza que lastima.
Un desaire. Un malentendido. Un silencio inoportuno. Trémulos los pasos firmes y quebrado el pedazo de tierra que me corresponde, otra vez.
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