Sé que este temor es un espejo en el que muchos reconocen su abismo propio. Sé que aunque mi voz siempre encuentre un eco terrible, un grito rebotado en el fondo seco del pozo para todos, existe el roce, las yemas de unos dedos, la caricia a tiempo.
Este temor, que es mi sombra, ha cumplido ya tres años. Sólo tres años: el tiempo suficiente para que se torne extraño todo lo conocido, todo lo que creí amar, todo lo que creí que me amaba.
***
Incluso en la forma en que amanezco y el espejo me recibe: retiro con cuidado de mis ojos el residuo de un mal sueño.
Incluso en la forma en que me arreglo el pelo o impregno otra mentira roja y brillante sobre mis labios. Incluso en la forma en que me arranco cada noche tuya de la piel para vestirme con horarios circulares y preparo el café con más soledad de la que quiero.
Y debo afrontar el día otra vez. El precipicio.
Incluso en la forma en que respiro o que me fluye la sangre sin notarla. Incluso ya en mi forma de estar, eres tú.
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